El “purocriollismo”: del Royal a La Guaira El “purocriollismo”: del Royal a La Guaira

Imagen: Cortesía Tiburones de La Guaira

Por Ignacio Serrano (@IGNACIOSERRANO)

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La rivalidad más honda y trascendente del deporte venezolano se le debe a un equipo que desapareció hace décadas y que nada tiene que ver con Caracas o Magallanes.

 

Aquel Royal con raíces hincadas en la oligarquía gomecista, la novena que llegó a copar la admiración popular en los años 20 y 30, tiempos de la pelota romántica y del deporte amateur, cambió la historia cuando cambió su nombre, asumiendo un apellido que hoy recordamos nuevamente, gracias a un gesto del manager Buddy Bailey con sus Tiburones de La Guaira.

 

Todo sucedió cuando el Royal pasó a ser Royal Criollos. Aquel día nació el “purocriollismo”, el gesto legendario de jugar únicamente con peloteros nacionales, apelando al orgullo patrio y renunciando a la contratación de importados.

 

Aquel beisbol aficionado lo era sólo en cierta medida. Había contratos para jugadores extranjeros y para las principales estrellas de país.

 

Diversas empresas hallaban el modo de distraer la norma, incluyendo en su nómina de obreros y oficinistas a quienes tuvieran habilidad de brillar en los diamantes, disfrazando la intención y manteniendo ese necesario barniz de amateurismo que en 1941 permitió a un grupo de héroes celebrar la conquista de Campeonato Mundial de La Habana.

 

Cuando en 1931 el Royal Criollos aceptó el envite del renacido Magallanes, disputando el primero de una serie de encuentros memorables, nació una pasión que creció robusta, alimentada desde la prensa por el periodista “royón” Luis Manuel Hernández, apodado Lord, y su colega magallanero Juan Antillano Valarino, el inolvidable Avejota.

 

Muerto el dictador Juan Vicente Gómez, desaparecido el Royal Criollos y acabada la rivalidad que Tommy Bitter bautizó como “eterna” en sus notas de la revista Stadium, ocurrió un punto de inflexión en 1942, al nacer el Caracas.

 

Fue Jesús Corao, referencia imprescindible de aquellos tiempos fundacionales, el responsable último del “purocriollismo” verdadero. Corao le propuso a Martín Tovar Lange, propietario fundador del Caracas, que contrataran exclusivamente a jugadores venezolanos, para aprovechar el boom de la hazaña de La Habana y reflotar el recuerdo del tan popular Royal.

 

Alfonso “Chico” Carrasquel es probablemente el principal emblema de ese Puros Criollos. Pero los capitalinos, que por entonces eran apodados “leones”, así, en minúsculas, se apropiaron con eso de la eterna rivalidad del Magallanes con el Royal, con la bendición de las multitudes, que desde entonces llenan las gradas y tribunas de nuestro beisbol.

 

Los Tiburones han contado con escuadras no menos legendarias, como aquellas de “La Guerrilla”, en los años 80, y ahora han atizado la memoria del “purocriollismo” por decisión de un manager estadounidense que ya tiene hogar y familia en Venezuela.

 

Luego de 11 derrotas consecutivas, Bailey dejó en la banca a todos sus importados y usó únicamente a nativos en el lineup inicial, buscando un  revulsivo que, en efecto, encontró.

 

Dos triunfos al hilo con una alineación totalmente venezolana le pusieron el sello definitivo a esta historia. El Royal Criollos volvió a vencer, casi 80 años después de haber desaparecido.