Daniela Paredes y Arturos Sánchez, venezolanos en el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (CERN) Daniela Paredes y Arturos Sánchez, venezolanos en el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (CERN)

Daniela Paredes y Arturos Sánchez, venezolanos en el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (CERN)

Fuente: ElEstimulo.com

Daniela Paredes y Arturos Sánchez son parte de una docena de venezolanos que están en el CERN (Consejo Europeo para la Investigación Nuclear por sus siglas en francés), y que estuvieron en el país por corto tiempo para dar seminarios en la Universidad Central de Venezuela, la Simón Bolívar y la de Los Andes sobre física de partículas.

Existen ciertos temas que requieren de una iniciación. Tópicos que los meros mortales sólo desarrollamos a través de libros de ciencia ficción, revistas de corte científico y series de televisión gringas que muestran las peripecias de un grupo de físicos e ingenieros en su búsqueda por la verdad del universo. Por eso, cuando existe la oportunidad de observar de primera fuente el trabajo que hacen los físicos de partículas, los de carne y hueso, y más si son coterráneos, se siente una especie de escalofrío mezclado con solemnidad ante las teorías, fórmulas y matemáticas que se exponen en una pizarra.

Al menos, para este reportero, ese es el ambiente que se respiraba en la Universidad Simón Bolívar en el edificio de Matemáticas y Sistemas el 14 de octubre de este año. Cuando dos jóvenes, que muy bien podrían ser los panas que se graduaron y compartieron travesuras contigo en bachillerato, explicaban con vehemencia su trabajo en el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (CERN) y mostraban dato tras dato de los experimentos que realizaron en el Gran Colisionador de Hadrones.

Daniela Paredes tiene 28 años y su estatura no pasa del metro sesenta. Ambos datos no son calificativos para el conocimiento que posee. Es licenciada en física por la Universidad de los Andes, realizó un master en astrofísica en España y un doctorado en Francia sobre física de partículas. Cuando ves su currículo, no puedes evitar pensar en las grandes mentes que han moldeado nuestra percepción del universo: Carl Sagan, Einstein, Hawking o Neil deGrasse Tyson. Pero, para ella, esto es un sacrilegio. Esos son los dioses, y ella una principiante que reconstruye sus alas a diario para que no se quemen con el Sol.

“Dentro del CERN no hay horarios establecidos. Puedes llegar a trabajar a las diez de la mañana, pero te vas pasada la medianoche. Mientras cumplas con tu cuota de trabajo y te plantees metas, el ambiente es excelente”, comenta Daniela mientras sopesa cada una de las preguntas que le hacen. No está en su ser responder con imprudencia. Es uno de los requisitos natos de todo buen científico. Además de razonar, calcular y comprobar todo lo que se le presente.

“Nosotros queremos que los estudiantes venezolanos sepan lo que estamos haciendo. Que no es imposible llegar allá”.

Paredes habla lento y con “español sencillo” a petición del que escribe, para que explique sobre los experimentos que realiza. Recibir esa información es el equivalente a tocar puertas en una logia masónica y adentrarte en numerosos secretos. “Mi trabajo está con el experimento ATLAS. Dicho experimento fue el que permitió conseguir el bosón de Higgs, o mejor conocido como ‘la partícula de Dios’. Pero ahora estoy con algo que denominamos física exótica. Consiste en descubrir cosas que no habíamos visto antes. Yo estoy con la materia oscura”. Esta joven es apasionada con lo que hace. No se cansa de explicar la ciencia y quiere que todos aprendamos a sentirla como ella. “Nosotros nos encargamos de explorar un universo desconocido. Sólo lo conocemos en un 5%. De resto, hay que separar lo posible de lo que es ciencia ficción”.

La Universidad de Yale en Estados Unidos valora su opinión y la contrató como uno de sus físicos de planta en el CERN.

Todo lo expone con su acento andino venezolano rozado con pizcas de castizo. Tantos años viviendo en España dejan su huella. “Sí, me gustaría volver a Venezuela en algún momento. Pero con mejores condiciones. Para enseñar lo que he aprendido”, indica mientras recuenta todo el apoyo que ha recibido de su familia. Sin embargo, ahorita no hay tiempo para forjar una propia. Cuando las pasiones se juntan con la necesidad de descubrimiento, los novios quedan en tercer plano y la felicidad se adoba con quarks, energía y datos. Muchos datos.

¿Qué es la materia oscura?

Los físicos de partículas no lo saben. Al menos no en el sentido que nosotros entendemos la existencia de un objeto. Algo que se toca, se siente y que habita en nuestras tres dimensiones perceptibles. Pero, para Arturos Sanchez, nuestra comprensión del universo ha cambiado tanto en los últimos sesenta años que “estamos más cerca de tener un mejor entendimiento de lo que es la energía y materia oscura”.

Cuando hablas con Arturos sabes que está a tres pasos de lo que dices. Su cerebro funciona con la lógica de los que han pasado la mayor parte de su vida estudiando matemáticas. Tiene 30 años. También es licenciado en física de la Universidad de Los Andes y tiene postgrados de la Universidad de Napolés en Italia y doctorado en Francia.

“La mayoría de los venezolanos que estamos en el CERN tenemos la categoría post doc. Cada uno de nosotros está afiliado a un experimento en específico, pero con el objetivo de lograr resultados que nos permitan entender más de lo que estamos hechos”.

Dentro del CERN existen diversos programas de investigación. Algunos de ellos tratan de recrear el ambiente con el que se formó el universo y otros estudian la composición y manipulación de los quarks -partículas que interactúan para formar la materia nuclear-. También, está la extensión del experimento ATLAS, el CMS (el Solenoide Compacto de Muones por sus siglas en inglés) que confirma todo lo que hace el ATLAS. Tanto Daniela como Arturos están asignados al ATLAS. Desde ahí van por la búsqueda de la materia oscura.

“Nosotros no vivimos en las instalaciones. Esa es la mejor manera de volverte loco -comenta con risas-, lo mejor es vivir en Ginebra y trasladarse a diario al sitio de trabajo”, apunta Arturos. Él cree que los físicos son como los jugadores de fútbol. Tienen un tiempo de vida útil y a la larga “llegará otro más joven con más ganas de investigar. Nosotros, los que tenemos experiencia, pasamos a cargos de administración y de mantenimiento de la estructura del CERN”.

Arturos se plantea la posibilidad de volver a Venezuela. Quiere dar clases en la ULA y dedicarse a expandir todo el conocimiento que ha adquirido. “Le he planteado la posibilidad a la ULA de dar clases ahí. La idea es que los chamos sepan que hay todo un mundo de oportunidades en el CERN. Que ellos pueden llegar allá”, admite al mismo tiempo que informa que trajeron una gran cantidad de datos y modelos de computación del CERN para que los estudiantes los usen en sus tesis y demás actividades que desarrollan durante la carrera.

Él lo piensa un poco, y sin demostrar lo banal de la pregunta, responde que sí. Que muchos de los asesores científicos de esa serie trabajan en el CERN. “Lo importante es mantener una verosimilitud científica. Uno ve los episodios y entiende lo que ellos escriben en sus pizarras. Es una buena manera de interesar a las nuevas generaciones en la física de partículas”, comenta. También cree que los escritores de ciencia ficción son los encargados de rellenar lo que ellos no logran en los laboratorios. “Hace años era improbable hablar de un bosón de Higgs. Y mira, ahí está. Nosotros planteamos modelos de comprobación y con el Gran Colisionador de Hadrones obtenemos los datos que dirán si es cierto o no”.

Daniela y Arturos saben que su trabajo puede moldear nuestra percepción del mundo. Su herramienta es la física básica. Ellos están contentos. Se muestran apasionados y no han dejado de lado la humildad o la necesidad de comerse una arepa cuando sea necesario.