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Por: Michelle Roche

Tres siglos después de fundada la Real Academia de la Lengua Española sigue con su objetivo intacto: hacer de la lengua castellana una herramienta útil de comunicación y cultura. La RAE tiene a su cuidado un idioma que hablan unas  de 495 millones de personas. Se trata del idioma que ocupa el segundo lugar en el mundo por número de hablantes (luego del chino mandarín) y en comunicación internacional (después del inglés). De hecho, se estima que 535 millones de personas, 7,5% de la población mundial, hablará castellano en el año 2030, según cifras del Instituto Cervantes y de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

 

Fundada en el año 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena, con el propósito de “fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza”, la RAE representa tres centurias después tal finalidad con un emblema formado por un crisol en el fuego con la leyenda Limpia, fija y da esplendor que se corresponde con el propósito de combatir cuanto alterara la elegancia y pureza del idioma y de fijarlo en el estado de plenitud alcanzado en el siglo XVI. El 3 de agosto de ese año se celebró la primera sesión y esta quedó asentada en el libro de actas de la academia, pero no fue sino hasta el 3 de octubre de 1714 en que Felipe V aprobó su constitución.

 

En tiempo récord, dados los medios de la época, se redactaron los 6 tomos del primer Diccionario de Autoridades, que se publicó entre 1726 y 1739. Se trataba de enormes volúmenes de más de 4.000 páginas. Ese ímpetu sesudo y modernizador no ha abandonado nunca a la RAE. Y el desarrollo digital no la convirtió en una institución vetusta. No sólo el castellano es el segundo idioma más utilizado en la red social Twitter y el microblog de la academia está entre los más citados, sino que su página web es visitada diariamente por más de 1,5 millones de usuarios.

 

Cercana a su tiempo, la RAE se ha volcado al uso de las redes sociales, lo cual o ha acercado a las nuevas generaciones, a las que en este tercer centenario asegura tener muy presente. Además de las consultas lingüísticas, las redes sociales son desde 2015 útiles para difundir actividades como el certamen de redacción, que este año estará enfocado a conmemorar la Academia. El personal  de la academia intenta que todos los proyectos redunden en los jóvenes, que son nativos digitales por lo que hay que estudiar el cambio, cómo se asimilan los textos en estas nuevas generaciones.

 

Vocación hispanoamericanista.

Uno de sus grandes logros en este siglo fue la incorporación del castellano hablado hoy en día en los países que fueron antiguas colonias de España, que se logró con las gestiones de la Asociación de Academias de la Lengua Española, integrada por las 22 Academias de la Lengua Española que existen en el mundo. Las 5 primeras en fundarse fueron la colombiana (1871), la ecuatoriana (1874), la mexicana (1875), la salvadoreña (1876) y la venezolana (1883).

 

En la última década y media la conexión entre las veintiuna Academias de América y Filipinas y la RAE ha sido reforzada por una política de panamericanismo, que implica la colaboración igualitaria de todas, así como responsabilidad común, en las obras que sustentan y deben expresar la unidad del idioma en su rica variedad: el Diccionario, la Gramática y la Ortografía. Esa política ha llevado a los representantes en España a ver con mejores ojos que en siglos anteriores el castellano que se habla en el Nuevo Mundo y ha logrado estrechar la relación entre los promotores del idioma a ambos lados del océano Atlántico. En ese clima de cordialidad influyó mucho la gestión de Víctor García de la Concha, que hasta 2011 fue director de la RAE y ahora es su director honorario, aunque lleva las riendas del Instituto Cervantes, organismo encargado de la enseñanza del español y de la promoción de su literatura en los países donde se hablan otras lenguas.

 

Uno de sus grandes logros se concretó en 2009, cuando luego de 11 de años de trabajo se editó la Nueva Gramática de la Lengua Española, un volumen de 4.000 páginas. Por fin la manera de hablar en las antiguas colonias de España era reconocida como castellano y no como una versión (quizás algo degenerada) del idioma de la Corona. Ya ningún latinoamericano tendría que ir “a por” nada, como se hace en España –por ejemplo, en la península se va “a por hielo” y no “por hielo”, como se dice al otro lado del Atlántico– y, así como existen “ídolos de la canción”, como Rafael, también se puede hablar de “ídolas”, como Shakira. Esta era la primera gramática académica desde el año 1931 –en la cual apenas modificaba una de 1917–. En ninguna de las versiones antiguas se tuvo casi en cuenta el español de América “por falta de información”, señaló en 2009 García de la Concha, entonces director de la RAE. Así, desde la década de los años treinta a la actualidad, todo fueron tanteos, como el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española –énfasis en la palabra “esbozo”–, publicado en 1973. Resalta la participación en el trabajo de las 22 academias de la lengua española que hay en el mundo, lo cual permitió mostrar la unidad y diversidad del idioma con las características de todas las áreas lingüísticas y con todas sus variantes culturales.