2014: año atípico en lo petrolero 2014: año atípico en lo petrolero

Por José Suárez Núñez

 

El 2014 ha sido un año atípico en el mercado petrolero mundial con precios rondando los 40 dólares el barril a partir del segundo semestre del año, tras haber permanecido durante el primer semestre del año en más de 100 dólares, aunque la demanda del mercado era baja y tanto Europa como Asia no habían salido de la recesión. También hubo guerras en Siria, Libia, Irak y repentinas acciones bélicas en Ucrania que no trastornaron los suministros, pero al contrario de lo que ocurría en el pasado se mantenía una inexplicable sobreoferta.

Tradicionalmente hubo dos jugadores en el mercado petrolero, sus acciones fijaban el precio del barril. Por un lado, estaban los miembros de la OPEP, son 12 países que poseen las mayores reservas del planeta y encabezados por Arabia Saudita  –que aporta al mercado el 40 por ciento de la oferta–, por el otro estaban los No-OPEP que contribuían con el resto de la demanda mundial de 92 millones de barriles diarios.

Ahora  hay tres grandes jugadores: Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos, éste último recién ingresado al selecto club de países que bombean más de 9 millones de barriles diarios y que además es el mayor consumidor de hidrocarburos del planeta.

En 2014 se hizo evidente la estrategia de Estados Unidos en materia energética. En los últimos cuatro años EEUU elevó su producción de 5,6 millones de barriles por día a 9,3 millones de barriles para la primera semana de enero, incorporando varios ingredientes nuevos en el negocio: un petróleo no convencional denominado esquistos, practicando perforación horizontal y aplicando la tecnología del fracking hidráulico, con la impresionante suma de más de 1.700 taladros.

Se comenzó en campos viejos y nuevos de Texas y Dakota del Norte, causando un impacto y creando una masa impresionante de más de 500.000 nuevos empleos en ese lapso, bajando significativamente el desempleo que azotaba a EEUU, después de la recesión del 2008.

Podría decirse que pasó inadvertido el arranque del “fracking” el 2009, que se había utilizado en EEUU en los años 1940 y las transnacionales lo operaron en campos petroleros venezolanos por esa fecha.

Además podría haber pensado la competencia que no sería un plan gigante de amplia producción y a largo plazo. No recordaron que este es el plan de independencia petrolera de EEUU, planificado en los años 1970, cuando comenzó la declinación de los pozos estadounidenses y se produjo el primer embargo petrolero de 1973.

Los pozos que se perforan con el “fracking” se completan en la mitad del tiempo, aunque pueden costar más caros que los convencionales (tienen un valor de 2 a 12 millones de dólares) dependiendo de las áreas y la profundidad de los mismos. También aseguran que su declinación se registra antes que la de los pozos convencionales, pero esto es compensado por los refinadores que los consideran como crudos ultralivianos y producen más volúmenes de gasolinas, diésel y otros destilados que tienen los mejores precios del mercado.

Cuando el ministro de petróleo saudita Ali-al Nami logró que la mayoría de los miembros de la OPEP se opusieran a la propuesta venezolana de recortar la producción de 30,5 millones de  barriles diarios del cartel, alegó que había que acostumbrarse al barril de petróleo a 70 dólares por unos 2 años, hasta que el mercado absorbiera la sobreoferta existente en el mercado de unos 2 millones de barriles diarios.

Pero los estadounidenses perturbaron el mercado al eliminar las importaciones de Arabia Saudita, Nigeria y Angola el año pasado, porque ya estaban consumiendo su propio crudo de esquistos y eso trajo como consecuencia la caída del precio de su petróleo doméstico West Texas.

El segundo efecto se produjo al dejar de comprar los excedentes de gasolinas de Europa, debido a que los consumidores europeos consumen más diésel que gasolina. Además, ya tenían más gasolina sobrante y de repente mercados como Venezuela, México y Brasil empezaron a pedir más combustible por problemas en sus refinerías. Ahora los Estados Unidos se han convertido en el primer exportador de productos.

Rusia no detuvo la producción y en la reunión del 27 de noviembre de la OPEP en Viena, dijo que no podía cortarla, lo cual fue un sólido argumento de los sauditas para mantener los niveles de producción del cartel. Rusia había incrementado su dependencia del crudo pues, pese a asociarse con firmas occidentales y haber modernizado sus refinarías, recibía del petróleo y el gas el 68 por ciento de sus ingresos fiscales.

Rusia aprovechó la salida de Libia del mercado –que producía uno de los crudos livianos más solicitados y el preferido de las plantas europeas– y penetró en el mercado del viejo continente con precios competitivos. Algunos analistas dicen que obligó el cierre de muchas refinerías europeas con su crudo Ural. Su agresiva actividad comercial y competitivos precios, le “pisaron los callos” a los sauditas, cuando negociaron con China un contrato de 35.000 millones de dólares de suministro de gas por 30 años.

EEUU,  después de eliminar las importaciones de crudos sauditas y africanos y con una producción sólida, llegó a Asia, colocando cargamentos en Corea del Sur y Vietnam. Con este último, dicen los analistas, están negociando proyectos de suministro a largo plazo. Es lógico eso incomodara comercialmente a los sauditas. Eran los jefes de la OPEP y los dueños del mercado, hasta que aparecieron “sus buenos amigos los americanos”.

Así cerró el 2014. Un año verdaderamente atípico en materia petrolera.

 

 

 

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